“Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.” (Sir Francis Bacon)


abril 06, 2010

¿Por qué nos quejamos tanto?

A veces amanece y lo primero que hacemos es quejarnos: “me duele la cabeza”, “tengo mucho que estudiar”, “que pereza levantarme”, “no quiero ir a la u”. Y eso es verdaderamente un sufrimiento cuando uno sabe que ese día no se puede dedicar a tomarse un tiempo para uno mismo porque tiene muchas cosas que hacer. Algunas veces podemos llegar a sentir que estamos atrapados en un círculo vicioso, dando vueltas día tras día y siempre quejándonos de las mismas cosas. El propósito no es hacer que demos vueltas en círculos y nos quejemos de ello por los próximos veinte o treinta años, sino que nos debería impulsar a actuar.

Una de las principales causas de que la gente se queja es la monotonía; en el trabajo, la u, siempre haciendo lo mismo; cuando uno se queja de estas cosas no es culpa de la vida, es culpa de uno, ya que se debe vivir la vida aprovechando cada minuto y viviendo cada momento como si fuera el último, no dejarse llevar por el stress de la vida, disfrutando de todo, vacilando con los amigos y siempre buscando la manera de hacer algo diferente.

También nos quejamos porque no valoramos lo que tenemos (que es mucho) y no miramos a nuestro alrededor, que hay gente que tal vez no está bien y necesita nuestra ayuda.

Eliminando la queja tratamos de ser constructivos, optimistas, de conseguir centrarnos en lo que queremos y no en lo que no queremos, de disfrutar más las cosas, de responsabilizarnos de nuestros actos y decisiones, de vivir más armónicos, de tener más momentos felices y a la vez añadir al mundo optimismo, esperanza y confianza.

Vivimos en un mundo con demasiadas quejas y poca acción para solucionarlas. Somos artistas del lamento y la culpabilidad del otro sin hacer demasiado para salir del disgusto. En gran parte es porque nos centramos en lo que está mal e imposibilitamos el espacio para una visión más apta. Nos obsesionamos en pensar y hablar de nuestras desgracias. Si somos conscientes de ello, posibilitaremos el cambio.

La vida si vale la pena vivirla, pero vivirla con intensidad, disfrutando y poniéndole el lado bueno a los momentos tristes, a las desilusiones e igual a motivarnos a continuar adelante sin importar las adversidades.

Ningún día es igual, nunca se viven las mismas experiencias, aunque se esté en el mismo lugar, todo resulta diferente. Hoy puede ser un día común y corriente pero si me atrevo a vivirlo sin quejarme, y más bien soy agradecida, me voy a dar cuenta de que es mucho mejor para mí y para los demás.

¿Por qué más bien no dedicarme a ser feliz y contagiar positivismo a los demás?

“Nunca debe el hombre lamentarse de los tiempos en que vive, pues esto no le servirá de nada. En cambio, en su poder está siempre mejorarlos.”

Thomas Carlyle

(1795-1881)

Historiador y

ensayista inglés.



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